Marie Curie. conocida como la mujer de luto. |
Hija de un profesor de Matemáticas y de Física por parte de padre y de una profesora de música, el matrimonio tendría cinco hijos. La madre de Marie abandonaría muy pronto a su hija. Víctima de la tuberculosis y sabedora de su capacidad de contagio nunca quiso abrazar ni besar a sus hijos. Que mayor castigo hay para una madre que el no poder abrazar a sus hijos?. Murió cuando Maria tenía tan solo 14 años.
Y es que la vida de Marie Curie tuvo muchos tropiezos debido a las ideas estrechas de la época en la que no se consideraba que las mujeres debían educarse, asistir a la universidad, tener altos puesto o ejercer su sexualidad.
Marie y Pierre Curie. en el laboratorio. |
Pero la dicha le fue esquiva al matrimonio Curie y un mal día, el 19 de Abril de 1906 Pierre fue atropellado por un coche de caballos falleciendo en el acto. Desde aquel malogrado día nuestra protagonista sería llamada "la mujer de negro", siempre, siempre iría vestida de luto en honor a su marido. Jamás se lo quitaría.
Desde el momento en que tomó conciencia de las tres palabras “Pierre está muerto”, cayó para siempre sobre sus hombros una capa de soledad y de misterio. Ese día de abril, Madame Curie se convirtió no sólo en una viuda sino también en una mujer triste e irremediablemente solitaria”. Eve Curie
A pesar de la falta de su marido la Curie siguió trabajando con mayor avidez si cabe y consigue un gramo de Radio metálico en 1910. A resultas de ello obtiene su segundo Premio Nobel pero esta vez de Química.
Marie siguió investigando. |
«Querido Pierre, a quien nunca volveré a ver aquí, quiero hablarte en el silencio de este laboratorio, donde no pensaba que tendría que vivir sin ti. Y, antes, quiero recordar los últimos días que vivimos juntos». Con estas palabras abre Marie Curie la entrada de su diario (30 de abril de 1906) en la que recoge el terrible pesar por la muerte accidental de su marido Pierre, con quien había compartido pasión científica y descubrimientos cruciales acerca de la radiactividad, por los que fueron galardonados con el Premio Nobel de Física. El desgarro por la pérdida del ser más querido, pero también la evocación de los momentos de plenitud personal y científica, los rigores de la competencia académica o la forma de encajar esos elementos en su condición de mujer .
Marie Curie se le ocurre instruir a 200 radiólogos para con ambulancias acudir al frente y hacer placas de Rayos X. Ni que decir tiene que fueron todas ellas mujeres. Las 200 primeras radiólogas de la Historia. Y Marie, al frente de su ambulancia siempre, siempre vestida de negro. "Le pettite Curie" le llamaban a su ambulancia.
Marie se reconforta en el laboratorio. |
"Me es imposible expresar la profundidad e importancia de la crisis que trajo a mi vida la pérdida de quien había sido mi más cercano compañero y mejor amigo a si se expresaba en su diario. Destrozada por el impacto, no me sentí capaz de afrontar el futuro. No podía olvidar, sin embargo, lo que mi esposo solía decir a veces, que, incluso desprovista de él, debía continuar mi trabajo” (Autobiografía de Marie Curie)
Dos días más tarde la nostalgia de sus mejores momentos compartidos inundaba el cuaderno. Recuerda la felicidad que sentían cuando se tumbaban en la cama “abrazados el uno al otro” y le confiesa que aún no ha asumido del todo su partida: “A veces tengo la absurda idea de que vas a volver. ¿No tuve ayer la absurda idea de que eras tú cuando oí cerrarse la puerta de la calle?”
El matrimonio Curie. |
Transcribió durante casi un año los sentimientos que no mostraba a los demás. Sus páginas eran el vínculo que la mantenía unida a Pierre, la terapia que la ayudaba a lidiar con la tragedia. Le escribía como si estuviese presente. Esto podría resultar curioso si no fuese porque se sabe que los Curie, y Pierre de forma especial, creían en el espiritismo. Puede que ella pensase que mediante el cuaderno establecía una cierta comunicación con él o puede que, simplemente, se dirigiese a él de esta forma para sentirlo más cerca.
Marie Curie en la soledad. |
La sección del diario que describe el funeral es conmovedora. Marie le asegura que se celebró en la intimidad, con sencillez, que evitó “el ruido y las ceremonias que detestabas”:
“Puse la cabeza sobre [el ataúd]… Te hablé. Te dije que te amaba y que siempre te había amado con todo mi corazón… Me pareció que este frío contacto de la frente con el ataúd me transmitía algo, algo así como la tranquilidad y la intuición de que todavía, encontraría el coraje necesario para vivir. ¿Era una ilusión o una acumulación de energía que procedía de ti y que se condensó en el ataúd cerrado y que me transmitiste… como un acto de caridad?”
“Yo no les permití cubrirlo [el ataúd] con el horrible paño negro. Lo cubrí con flores y me senté junto a él“.
Cuando tomaron el cuerpo para enterrarlo en Sceaux, se horrorizó al pensar que le introducirían en un hoyo profundo.
“Llenaron la tumba y pusieron gavillas de flores. Todo ha terminado, Pierre está durmiendo su último sueño bajo la tierra, esto es el final de todo, todo, todo”.
Marie Curie en un congreso. |
El domingo después del funeral, cambió de actitud y se aisló de la compañía de su familia y amigos en el laboratorio. Lo convirtió en su refugio. Era el lugar donde había estrechado sus vínculos con Pierre, donde habían aprendido a complementarse. Cuando pasaba junto a ella, le acariciaba el pelo y la consolaba en los días terribles en los que, víctima de un agotamiento nervioso, dejaba caer al suelo los destilados, fruto de meses de trabajo. Entre aquellas paredes le sentía más cercano que en cualquier otro sitio, pero al mismo tiempo su desolación era más profunda.
Marie Curie con profesores. |
“El domingo por la mañana después de tu muerte, fui al laboratorio con Jacques… Quiero hablarte en el silencio de este laboratorio, en el que no creía que pudiera vivir sin ti.” “Traté de hacer una medición para un gráfico en el que habíamos colocado algunos puntos, pero… me fue imposible continuar… El laboratorio poseía una tristeza infinita y parecía un desierto. Hay momentos en que parece que no siento nada y que puedo trabajar y entonces vuelve la angustia.”
En el laboratorio se impuso una tarea prioritaria: dejar constancia para la posteridad de los logros de Pierre. Para ello, se centró en la investigación en substancias radiactivas verificando algunos de los hallazgos de su marido y terminó el libro que este había dejado a medias negándose a que se le atribuyera mérito alguno por el mismo.
Marie Curie con su hija Eva Curie. |
Cada texto del diario evidencia su profundo dolor. Incluso la primavera era una amenaza, un insulto a su sentimiento de pérdida. “Quiero decirte que ya no me gustan el sol y las flores; su vista me hace sufrir. Me siento mejor en los días sombríos, como el de tu muerte, y si no odio el buen tiempo, es porque mis hijas lo necesitan… Me paso los días en el laboratorio, eso es lo único que sé hacer…Estoy mejor allí que en cualquier otro sitio” y “Nunca seré capaz de reír sinceramente hasta el fin de mis días”. Empezó a contemplar su propia muerte como una liberación. “Ando como si estuviera hipnotizada sin prestar atención a nada. No me mataré, no deseo ni siquiera suicidarme. Pero entre tantos vehículos, ¿no habrá alguno que me permita compartir la suerte de mi amado?” Le confesó que “la casa, las niñas y el laboratorio son mis constantes preocupaciones”.
Marie Curie con sus hijas Irene y Eve. |
La herida permanecía abierta. No se trataba únicamente del vacío que hubiera dejado, la culpabilidad agudizaba el sufrimiento y era tan honda que incluso se avergonzaba de sonreír ante alguna expresión graciosa de sus hijas. Se castigaba por no haber ido al laboratorio con Pierre cuando se lo pidió aquella última mañana. Su respuesta brusca y desagradable, le causaba una angustia inmensa:
“Cuando te fuiste, lo último que te dije no fue una frase de amor y ternura… Nada ha perturbado más mi tranquilidad”.
En casa, todo les recordaba a Pierre por lo que la familia en pleno decidió mudarse a Sceaux, cerca de las tierras donde había crecido Pierre. En el nuevo hogar, que no entusiasmaba a Marie, podrían disfrutar del aire libre. Su abuelo cultivaría un jardín y las niñas tendrían su propio parque infantil. Todavía estaba aturdida por la pérdida pero el traslado fue un paso necesario.
Marie Curie infatigable siempre en la soledad de su laboratorio. |
Casi un mes después de la muerte de su marido, Marie escribió en su diario que había sido nombrada oficialmente su sucesora. No hubo más entradas en el diario entre junio y noviembre.
“Me han propuesto que ocupe tu lugar, Pierre mío… He aceptado. No sé si es bueno o malo. Tú me decías a menudo que te habría gustado que diera un curso en la Sorbona. Además, me gustaría al menos hacer un esfuerzo para continuar tu trabajo. A veces me parece que esa es la manera en que me resultará más fácil vivir; otras me parece que estoy loca por llevarlo a cabo.”
Academia Sueca. |
La clase de Marie empezaba a la una y media de la tarde pero a las diez de la mañana del 5 de noviembre de 1906, cientos de personas ya hacían cola delante de la puerta de la sala de conferencias de Física de la Sorbona.
Las puertas de la sala de una capacidad para ciento veinte personas, se abrieron a la una y cuarto de la tarde. Cientos de personas se precipitaron al interior. Entre ellas dos invitados de excepción, el doctor Eugène Curie e Irène. La niña, agarrada a la mano de su abuelo, había querido asistir a ver a su adorada madre.
La multitud tenía la vista puesta en dos grandes portones de entrada situados delante de la sala, detrás del banco rectangular en el que Pierre daba clase y mostraba sus experimentos. Esperaban una entrada triunfal que no se dio. La entrada de Marie pasó desapercibida en un principio puesto que entró por una puerta del fondo. La audiencia no irrumpió en aplausos hasta que su figura vestida de negro llegó a la mesa. Cuando cesó la ovación, Marie empezó a hablar con voz fría, sin rastro alguno de emoción.
Marie Curie y Einstein. |
Su clase comenzó en el sitio exacto en que la había dejado Pierre. Pero pocos fueron quienes repararon en ello. La profesora Curie fue seca y distante, pero la verdadera Marie lo vivió de una manera muy intensa. Las pruebas, una vez más, están en el diario:
“Ayer di mi primera clase en sustitución de mi Pierre. ¡Qué pena y qué desesperación! Te habría encantado verme de profesora de la Sorbona y yo misma la habría dado gustosamente para ti, pero darla en tu lugar, Pierre mío, nadie podría soñar nada más cruel. Cómo sufrí con ello y qué deprimida estoy. Pienso de veras que ha desaparecido toda mi voluntad de vivir y no me queda nada más que el deber de criar a mis hijas y la voluntad de continuar el trabajo que he aceptado. Es posible que también el deseo de demostrar al mundo y sobre todo a mí misma que aquello que tú amabas tanto tiene algún valor real.
También tengo la vaga esperanza, pero ¡ay! muy vaga, de que quizá tú conozcas mi triste vida y el esfuerzo y que estés agradecido, y de que yo te encuentre quizá más fácilmente en el otro mundo si existe… Esa es ahora la única preocupación de mi vida. Ya no puedo pensar en vivir para mí, ni quiero ni puedo, ya no me siento viva ni joven, ya no sé qué es la alegría y ni siquiera el placer. Mañana cumpliré 39 años…
Marie Curie la primera mujer en obtener un Nobel. |
La clase de Marie empezaba a la una y media de la tarde pero a las diez de la mañana del 5 de noviembre de 1906, cientos de personas ya hacían cola delante de la puerta de la sala de conferencias de Física de la Sorbona. Los motivos que movilizaron a tal cantidad de asistentes fueron diversos: la búsqueda de conocimiento, el apoyo personal y profesional, las reticencias respecto a las mujeres como docentes o la contemplación de un drama. Algunos imaginaban una Marie Curie destrozada que entre sollozos dedicaría unas emotivas palabras a Pierre. Individuos que desconocían por completo el carácter de la física que ya se había construido una máscara de frialdad para enfrentarse al mundo.
El apellido Curie Irene Marie y Eve. |
Su clase comenzó en el sitio exacto en que la había dejado Pierre. Pero pocos fueron quienes repararon en ello. La profesora Curie fue seca y distante, pero la verdadera Marie lo vivió de una manera muy intensa. Las pruebas, una vez más, están en el diario:
“Ayer di mi primera clase en sustitución de mi Pierre. ¡Qué pena y qué desesperación! Te habría encantado verme de profesora de la Sorbona y yo misma la habría dado gustosamente para ti, pero darla en tu lugar, Pierre mío, nadie podría soñar nada más cruel. Cómo sufrí con ello y qué deprimida estoy. Pienso de veras que ha desaparecido toda mi voluntad de vivir y no me queda nada más que el deber de criar a mis hijas y la voluntad de continuar el trabajo que he aceptado. Es posible que también el deseo de demostrar al mundo y sobre todo a mí misma que aquello que tú amabas tanto tiene algún valor real.
También tengo la vaga esperanza, pero ¡ay! muy vaga, de que quizá tú conozcas mi triste vida y el esfuerzo y que estés agradecido, y de que yo te encuentre quizá más fácilmente en el otro mundo si existe… Esa es ahora la única preocupación de mi vida. Ya no puedo pensar en vivir para mí, ni quiero ni puedo, ya no me siento viva ni joven, ya no sé qué es la alegría y ni siquiera el placer. Mañana cumpliré 39 años…”
Irene y Eva las hermanas Curie. |
No se trataba únicamente del vacío que hubiera dejado, la culpabilidad agudizaba el sufrimiento y era tan honda que incluso se avergonzaba de sonreír ante alguna expresión graciosa de sus hijas. Se castigaba por no haber ido al laboratorio con Pierre cuando se lo pidió aquella última mañana. Su respuesta brusca y desagradable, le causaba una angustia inmensa:
“Cuando te fuiste, lo último que te dije no fue una frase de amor y ternura… Nada ha perturbado más mi tranquilidad”.
Marie Curie en España. |
MARIE RECONOCE QUE PIERRE NO VOLVERÁ.
A mediados de junio sucedió lo que en un momento u otro tenía que ocurrir. Marie reconoció al fin que Pierre no volvería nunca más. Esa noche le pidió a Bronia que la acompañase a su dormitorio. Tomó un paquete de la alacena y lo abrieron entre ambas. Su interior contenía un paño blanco que envolvía las ropas que llevaba Pierre el día de su muerte. Estaban todas manchadas de sangre y barro seco. Con un par de tijeras Marie comenzó a destrozarlas y a arrojarlas al fuego. Hasta que se detuvo de pronto al encontrarse algunos fragmentos de tejido cerebral. No pudo seguir y deshaciéndose en lágrimas, empezó a besarlas. Bronia tomó el relevo y no permitió que su hermana se viniese abajo. Agarró las tijeras y prosiguió cortando y quemando los restos de ropa. Era necesario empezar una nueva etapa y Marie tomó esa determinación, se concentraría en su familia remanente y en la ciencia. Pero la alegría tardaría mucho tiempo en regresar a su rostro.
Madrid recibe a Marie Curie.
MARIE PONE EN PELIGRO SU REPUTACIÓN.
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Marie Curie es recibida por el Rey Alfonso XIII. |
Marie Curie.
Finalmente, a principios de diciembre de 1912, retomó su trabajo experimental. Su relación amorosa con Langevin había terminado y abandonó definitivamente el “Maria Slodowska” que había empleado de forma ocasional aquel último año, con el consiguiente disgusto de Irène. A partir de entonces, tal y como figura en el libro de homenaje a su marido.
“La radiologie et la guerre”, volvió a firmar y sentirse la “Señora de Pierre Curie”.
Marie Curie en USA. |
Marie recupera el apellido de su marido.
“La radiologie et la guerre”, volvió a firmar y sentirse la “Señora de Pierre Curie”.
Marie Curie segun Philip Steele. |
Un 4 de Julio del año 1934 su médula espinal no pudo más y murió de leucemia no sin antes haberse quedado ciega. Fue el desenlace natural de la manipulación de la radioactividad. Sencillamente su descubrimiento la mató pero al fin y a la postre salvaría millones y millones de vidas gracias a su trabajo, abnegado esfuerzo, dedicación, sacrificio y muerte.
Al final de su diario, Marie Curie ha crecido de una viuda triste y lamentable para una mujer fuerte e independiente, dispuesto a continuar la obra de su marido comenzó.
LIBRO DE MARIE CURIE ESCRITOS BIOGRAFICOS.
«Querido Pierre, a quien nunca volveré a ver aquí, quiero hablarte en el silencio de este laboratorio, donde no pensaba que tendría que vivir sin ti. Y, antes, quiero recordar los últimos días que vivimos juntos». Con estas palabras abre Marie Curie la entrada de su diario (30 de abril de 1906) en la que recoge el terrible pesar por la muerte accidental de su marido Pierre, con quien había compartido pasión científica y descubrimientos cruciales acerca de la radiactividad, por los que fueron galardonados con el Premio Nobel de Física. El desgarro por la pérdida del ser más querido, pero también la evocación de los momentos de plenitud personal y científica, los rigores de la competencia académica o la forma de encajar esos elementos en su condición de mujer son algunas de las facetas que reflejan los extraordinarios escritos reunidos por vez primera en el presente volumen, entre los que descuellan la biografía que escribió sobre su marido y una extensa semblanza autobiográfica, así como las notas de laboratorio redactadas en los años del descubrimiento del radio y el polonio, además de secciones de su diario personal. Estas piezas componen una suerte de «Curie confidencial» que nos permite conocer de primera mano, desde la inmediatez y la intimidad personales, algunos episodios decisivos de la ciencia del siglo XX, y adentrarnos en los anhelos, conquistas y sentimientos de una mujer pionera en casi todos los frentes. Una vida y una vocación a través de su propia voz. (Selección y prólogo de Xavier Roqué.)
EVE CURIE ESCRITORA .
Cuando yo nací, mi madre tenía treinta y siete años. Cuando estuve en la edad de conocerla bien, era una anciana ilustre. Y no obstante, fue "la ilustre investigadora" lo que más me extrañó de ella, sin duda alguna porque la idea de serlo no ocupaba el espíritu de María Curie. En cambio, me parece haber vivido siempre al lado de la estudiante pobre y soñadora que fue María Sklodowska, mucho antes de que yo viniera al mundo.
Fotografía que llevo Pierre Curie en la cartera, decía cuando la mostraba ¡ la pequeña estudiante ! |
Con una muerte semejante no podía infringírsele sin sacrilegio, el duelo pomposo que los gobiernos ofrecen a los grandes personajes. María tuvo en un cementerio silvestre, entre las flores del estío, un entierro silencioso y sencillo, como si la vida que terminaba semejara a tantas otras.
Universidad de Lublin Polonia. |
Estatua de Marie Curie en Varsovia |
Datos obtenidos.
Libro Escritos biograficos de Marie Curie.
“Marie Curie. Una biografía” Marilyn Bailey Ogilvie
Libro de Eva Curie. Cartas de Marie Curie y sus hijas.
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