Gea es comúnmente representada como una mujer «de amplio pecho», voluminosa y de robusta complexión que surge del suelo con las manos extendidas, expresiones y ademanes de súplica por sus hijos, algunas veces aparece coronada y sosteniendo una cornucopia en una de sus manos, otras veces la vemos recostada semidesnuda envuelta en un manto verde y rodeada por un grupo de Karpoi (generalmente cuatro) quienes representan los diversos frutos que produce Gea en las estaciones del año
Cuidemos del Medio Ambiente.
A LA TIERRA MADRE DE TODOS
Cantaré a la Tierra, madre de todas las cosas, bien cimentada, antiquísima, que nutre sobre la tierra todos los seres que existen: cuantos seres se mueven en la tierra divina o en el mar y cuantos vuelan, todos se nutren de tus riquezas. De ti proceden los hombres que tienen muchos hijos y abundantes frutos, oh venerable; a ti te corresponde dar y quitar la vida a los mortales hombres. Feliz aquel a quien tú honras, benévola, en tu corazón, pues todo lo tiene en gran abundancia. Para hombres tales la fértil tierra se carga de frutos, en el campo abunda el ganado, y la casa se les llena de bienes; ellos reinan, con leyes justas, en ciudades de hermosas mujeres, y una gran felicidad y riqueza los acompaña; sus hijos se vanaglorian con pueril alegría; las doncellas juegan y saltan, con ánimo alegre y en coros florecientes, sobre las blandas flores de la hierba. Tales son los que tú honras, veneranda, pródiga diosa. Salve, madre de los dioses, esposa del estrellado Cielo. Dame, benévola, por este canto una vida que sea grata a mi ánimo; mas yo me acordaré de ti y de otro canto.
Embarazo de la Tierra Madre.
En el Himno Homérico aún se da un tratamiento homogéneo a Gea como Madre de la Naturaleza, como «Madre de todo cuanto existe», esta concepción bien sabemos se va a ir difuminando con el paso del tiempo, pues, incluso ya en tiempos homéricos la figura de la Madre Naturaleza, como una deidad individual, podría verse de manera memorable, es decir, en realidad este himno constituye una «evocación» de la antigua esencia de la Diosa Madre, de la cual sabemos que muchas de sus características se habían venido abonando.
Desde tiempos prehistóricos, desde aquellas famosas figurillas del paleolítico, hasta bien entrada las épocas de civilizaciones metalúrgicas como la llamada «edad del bronce», son muchas las culturas y civilizaciones que adoraron una diosa única como una noción de la «esencia universal de la naturaleza», esta concepción comprende las múltiples características que poseían las diosas madres, eran comprendidas principalmente como: diosas de la fertilidad, pero también de la virginidad, de la abundancia, de la cosecha, de los bosques y de los lagos sagrados, de las estaciones, de los períodos lunares, de la menstruación, de los partos, en fin, de todo principio femenino, y muy comúnmente, este principio femenino en las mitologías del mundo, la imagen de la Diosa Madre comulga, de una u otra forma, con el principio masculino.
Gea en su condición de ser receptáculo de la simiente del cielo, es decir: la lluvia, la cual es necesaria para que germinen las plantas y los frutos, en ese sentido la tierra cumple un rol pasivo, pero es activo la idea misma de producción de los frutos, aunque, es con mucho, más notable cuando se estremece y crea terremotos y cataclismos, cambiando por completo el curso de la naturaleza, esto Homero lo deja claro cuando dice « a ti te corresponde dar y quitar la vida a los mortales hombres».
Diosa Gea, Madre de los venturosos y de los mortales hombres, creadora absoluta, dadivosa, omnipotente, devastadora, reverdeciente, fructífera, que oportunamente haces brotar hermosos frutos maduros, sólido soporte del Cosmos inmortal, virgen multiforme, que has parido en doloroso parto frutos de variadas formas, eterna, veneradísima, insondable, dichoso hogar, que alegras el espíritu con tiernas y perfumadas flores de todo tipo, amante de la lluvia, alrededor tuyo gira el espléndido universo de las constelaciones que hace crecer perpetuos y poderosos ríos, además, bienaventurada diosa, que posees un corazón bondadoso tú puedes agrandar los frutos que alegremente esparces en las fecundas estaciones.
Dejamos a la Gran Diosa Gea Madre de la Tierra en la cual habitamos, no sin antes prometerle que cuidaremos de sus hijos transformados en Naturaleza.
Recogemos la mochila y nos iniciamos en busca de otra aventura.
Caminante no hay camino se hace camino al andar por estos paisajes que nos brinda la madre Naturaleza.
¡Anda con suavidad en Nuestra Madre Gaia porque Ella es sagrada!
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