LA DIOSA MADRE DE LA TIERRA


Gea  Madre de la Naturaleza.


Cuando el senador norteamericano y militante ambientalista Gaylord Nelson instaló la fecha del 22 de Abril como el Día de la Tierra, allá por los años ´70, lo hizo en pos de una concientización de la imperiosa necesidad de cuidar nuestro orbe de amenazas palpables como la superpoblación y la contaminación ambiental, entre otras. Sin embargo, es poco probable que el legislador estuviera al tanto del origen mitológico de la Tierra dentro de la mayor fuente cultural de occidente, como lo es la Mitología Griega. Y en ese sentido, Gea (o Terra en la concepción nominal de los romanos) era la “diosa madre” para los antiguos griegos, quienes encontraron en esta divinidad la explicación del nacimiento del planeta.

La Madre de la Vegetación. 


Gea, o Madre Tierra, era la gran diosa de los antiguos Griegos. Ella representaba a la Tierra y era adorada como la madre universal. En la mitología Griega, ella creó al Universo y dió a luz a la primera raza de los dioses (los Titanes) y los primeros humanos.





En la historia de la creación de los antiguos Griegos, el Caos precedió a todo. El Caos estaba hecho de Vacío, Masa, Obscuridad y Confusión. Entonces surgió la Tierra, en la forma de Gea. De la Madre Tierra brotó el cielo estrellado, con la forma del dios del cielo Urano. De Gea también surgieron las montañas, los llanos, los mares y los ríos que constituyen la Tierra como la conocemos hoy.

Gea Madre de las Flores.



Gea, o Madre Tierra, era la más antigua de todos los dioses de los antiguos Griegos. Ella era conocida como la diosa suprema tanto por los humanos como los dioses. Ella presidía sobre los matrimonios y los juramentos y era honrada como una profetisa.

Gea Madre de la Vida.


 Madre Tierra emergió abruptamente. Es decir que Gea fue una de las primeras entidades en ese estado inicial del Universo y se la considera, en efecto, como una divinidad ctónica, lo que equivale decir que brota de la misma tierra, de su propio “seno”. Podría aseverarse, asimismo, que cuando Gea nace, el Caos desaparece, por tratarse en cierta forma de fases contrarias entre sí. Este detalle designa que estos nacimientos no son frutos de las relaciones sexuales, en gran parte porque el Amor (Eros) emergió como ente primordial al mismo tiempo que Gea, lo cual impedía las relaciones sentimentales entre las entidades. En resumidas cuentas, luego del Caos surgen Gea, el Amor y también el Inframundo.

Tierra Madre.

 Eros o el Amor. Existen en efecto dos concepciones de este dios: la primera de ellas lo concibe como un ente primordial como lo abordamos en esta oportunidad, mientras que la segunda lo forja como hijo de Afrodita, diosa de la sexualidad, y Ares, dios de la guerra. Esta dualidad nunca ha sido resuelta por los mitólogos.


Gea y la Naturaleza.



Gea engendró por motu proprio a Urano, representación del Cielo estrellado. Pero en esta historia el hijo se transformará en esposo, ya que con su hijo Urano Gea dará rienda suelta a su “descendencia” y a la creación de todas las cosas que hay en el planeta. En efecto, entre Gea y Urano procrearon a Océano (dios mayor de las aguas del mundo), a Ceo (dios de la inteligencia e inspirador del concepto de ceo en las empresas), a Hiperión (dios de la Luz y padre de Helios, el sol), a los Cíclopes, a las Musas (diosas de la inspiración artística) y a los Titanes. Esta hermosa alegoría recrea de manera atractiva la creación paulatina del mundo en el que vivimos, según la Mitología Griega.

Gea Madre de la Tierra.



Podemos decir que Gea era considerada una diosa de vida pero también de muerte, con lo cual descollaban en sus “características” tanto la bondad como el recelo. Se la concebía como una mujer gigante de enormes senos, con cuerpo joven (símbolo de su eterno vigor y vigencia) pero con un rostro avejentado (como emblema de su longevidad), que cobró vital importancia en las devociones helenas en los cultos de los distintos dioses.

La Madre Naturaleza.



Nuestra diosa,por último, fue fuente de clasificaciones nominales tanto en su mote griego (Gea) como en su seudónimo romano (Terra). En esta última opción se ha denominado, como hemos mencionado, a nuestro planeta, mientras que en la primera se le ha hecho honor con el nombramiento del continente único que existió en la era Paleozoica, llamado “Pan-Gea”.






 Gea es comúnmente representada como una mujer «de amplio pecho», voluminosa y de robusta complexión que surge del suelo con las manos extendidas, expresiones y ademanes de súplica por sus hijos, algunas veces aparece coronada y sosteniendo una cornucopia en una de sus manos, otras veces la vemos recostada semidesnuda envuelta en un manto verde y rodeada por un grupo de Karpoi (generalmente cuatro) quienes representan los diversos frutos que produce Gea en las estaciones del año


Cuidemos del Medio Ambiente.

A LA TIERRA MADRE DE TODOS

 Cantaré a la Tierra, madre de todas las cosas, bien cimentada, antiquísima, que nutre sobre la tierra todos los seres que existen: cuantos seres se mueven en la tierra divina o en el mar y cuantos vuelan, todos se nutren de tus riquezas. De ti proceden los hombres que tienen muchos hijos y abundantes frutos, oh venerable; a ti te corresponde dar y quitar la vida a los mortales hombres. Feliz aquel a quien tú honras, benévola, en tu corazón, pues todo lo tiene en gran abundancia. Para hombres tales la fértil tierra se carga de frutos, en el campo abunda el ganado, y la casa se les llena de bienes; ellos reinan, con leyes justas, en ciudades de hermosas mujeres, y una gran felicidad y riqueza los acompaña; sus hijos se vanaglorian con  pueril alegría; las doncellas juegan y saltan, con ánimo alegre y en coros florecientes, sobre las blandas flores de la hierba. Tales son los que tú honras, veneranda, pródiga diosa.  Salve, madre de los dioses, esposa del estrellado Cielo. Dame, benévola, por este canto una vida que sea grata a mi ánimo; mas yo me acordaré de ti y de otro canto.


Embarazo de la Tierra Madre. 


En el Himno Homérico aún se da un tratamiento homogéneo a Gea como Madre de la  Naturaleza, como «Madre de todo cuanto existe», esta concepción bien sabemos se va a ir difuminando con el paso del tiempo, pues, incluso ya en tiempos homéricos la figura de la Madre Naturaleza, como una deidad individual, podría verse de manera memorable, es decir, en realidad este himno constituye una «evocación» de la antigua esencia de la Diosa Madre, de la cual sabemos que muchas de sus características se habían venido abonando.




Desde tiempos prehistóricos, desde aquellas famosas figurillas del paleolítico, hasta bien entrada las épocas de civilizaciones metalúrgicas como la llamada «edad del bronce», son muchas las culturas y civilizaciones que adoraron una diosa única como una noción de la «esencia universal de la naturaleza», esta concepción comprende las múltiples características que poseían las diosas madres, eran comprendidas principalmente como: diosas de la fertilidad, pero también de la virginidad, de la abundancia, de la cosecha, de los bosques y de los lagos sagrados, de las estaciones, de los períodos lunares, de la menstruación, de los partos, en fin, de todo principio femenino, y muy comúnmente, este  principio femenino en las mitologías del mundo, la imagen de la Diosa Madre comulga, de una u otra forma, con el principio masculino.




Gea en su condición de ser receptáculo de la simiente del cielo, es decir: la lluvia, la cual es necesaria para que germinen las plantas y los frutos, en ese sentido la tierra cumple un rol pasivo, pero es activo la idea misma de producción de los frutos, aunque, es con mucho, más notable cuando se estremece y crea terremotos y cataclismos, cambiando por completo el curso de la naturaleza, esto Homero lo deja claro cuando dice « a ti te corresponde dar y quitar la vida a los mortales hombres».



Diosa Gea, Madre de los venturosos y de los mortales hombres, creadora absoluta, dadivosa, omnipotente, devastadora, reverdeciente, fructífera, que oportunamente haces brotar hermosos frutos maduros, sólido soporte del Cosmos inmortal, virgen multiforme, que has  parido en doloroso parto frutos de variadas formas, eterna, veneradísima, insondable, dichoso hogar, que alegras el espíritu con tiernas y perfumadas flores de todo tipo, amante de la lluvia, alrededor tuyo gira el espléndido universo de las constelaciones que hace crecer  perpetuos y poderosos ríos, además, bienaventurada diosa, que posees un corazón bondadoso tú puedes agrandar los frutos que alegremente esparces en las fecundas estaciones. 


Dejamos a la Gran Diosa Gea Madre de la Tierra en la cual habitamos, no sin antes prometerle que cuidaremos de sus hijos transformados en Naturaleza.



Recogemos la mochila y nos iniciamos en busca de otra aventura.
Caminante no hay camino se hace camino al andar por estos paisajes que nos brinda la madre Naturaleza.


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